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DiferenteHay que aceptarlo: el teléfono inteligente es como las llaves de casa, algo que forma parte de nuestra realidad cotidiana. Nos conecta a la red, y facilita la sociabilidad -pese a que no siempre se acierte con la urbanidad-.

La barrera de entrada en el desarrollo de aplicaciones para teléfonos no es demasiado elevada. Lo es mucho más el éxito y la transformación en un negocio. Muchas buenas ideas y desarrollos se quedan por el camino. Las que son parte de un servicio contratado son más fáciles de introducir, las autosuficientes menos. Porque disponemos de una cantidad de memoria (tecnológica y biológica), atención y tiempo limitada.

Este nuevo entorno, con su dinámica específica y líquida, es visto con una cierta reserva en el sector de la salud. Ciertamente abundan los early adopters, y se multiplican las startup, pero a la dificultad de encontrar un hueco en el móvil, se añaden otras. La serie de garantías necesarias por tratarse de un desarrollo de salud, desde el riguroso punto de la salud – el del“bienestar” es más laxo-, son bastante específicas:

  • Los aspectos legales de protección de datos se endurecen. Hablamos de datos clínicos de la persona. Si se considera un “producto sanitario” debe cumplir con los requisitos de la marca CE o de la americana FDA. 
  • La tecnología debe ser precisa en sus mediciones, segura en sus transacciones, y con estándares abiertos a la interoperabilidad (cuanto más, mejor). 
  • Debe ser segura desde el punto de vista clínico: recomendaciones basadas en la evidencia científica
  • Desde el punto de vista psico-social, las apps pueden ser como las dietas: si están bien hechas pueden favorecer la salud, pero el público no siempre las adoptará con gusto. 
  • La financiación y el retorno de la inversión, puede ser más complicado.

Lo que parece cumplirse también en el sector salud, es que funcionan mejor las que forman parte de un servicio. Y que progresivamente las apps establecidas, de bienestar sobretodo (como las de ejercicio), van dando mas funcionalidades, lo que les da una ventaja de agrupar funcionalidades y simplificar. Quien dará datos a quien para que se integren y para constituir el definitivo quantified self está por ver, pero de momento las populares apps de bienestar llevan mucha ventaja a las rigurosas y seguras apps de salud.

 

Fecha: 13/10/2016  Autor: Imma Grau

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